.Nadie puede decir con certeza cómo acabará el universo. Hay que confiar en una teoría, en un modelo, que en este caso es muy ambicioso: el de todo el universo. La cosmología es la rama de la física que estudia el universo en su totalidad.


En las últimas décadas se ha desarrollado el “modelo cosmológico estándar”, que se basa en distintas teorías (el big bang, la física de partículas, la gravedad de Einstein, etcétera) y ha tenido un éxito extraordinario. Se formuló a lo largo de los años ochenta y noventa y ha sobrevivido a una avalancha de observaciones. Este modelo depende de unos pocos parámetros, que en los últimos 15 años han sido medidos con una gran precisión.

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En unos 10 billones de años ya no se formarán más estrellas y en 100 billones de años las estrellas existentes acabarán su carburante, se enfriarán y se apagarán. Todo terminará en un gran frío.

Según este modelo, y los valores más recientes de sus parámetros, el universo seguirá expandiéndose a velocidad acelerada. Eventualmente toda estructura cósmica que no esté gravitacionalmente ligada se desintegrará. En 100.000 millones de años, toda galaxia que no esté en el llamado grupo local desaparecerá de nuestro horizonte. No las podremos ver ni con el telescopio más grande que se pueda imaginar. En unos 10 billones de años ya no se formarán más estrellas y en 100 billones de años las estrellas existentes acabarán su carburante, se enfriarán y se apagarán. Todo terminará en un gran frío.

Pero en este modelo, un 75% del contenido del universo es una forma de energía asociada al vacío que no cuadra bien con las teorías del vacío tal como las conocemos. Cambiar muy poco las propiedades de este componente (retocando el modelo) podría cambiar completamente las predicciones sobre el final del universo. Por esto los cosmólogos dedican muchos esfuerzos a entender en detalle las propiedades de los componentes del universo.

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